Campos de Castilla

Antonio Machado es un clásico y Campos de Castilla constituye una obra de referencia, condiciones evidentes y con facilidad constatables, porque así la bibliografía sobre el autor como las ediciones del libro no cesan de aumentar y resultan oceánicas, hasta el punto de que casi constituyen un género: el del hombre y el paisaje castellano, historia e intrahistoria, ar quetipo de la palabra esencial en el tiempo, esto es, de la palabra entrañada con la sustancia y la fugacidad de la época, a la vez categoría y anécdota.

En tales condiciones, una exposición conmemorativa del primer centenario de Campos de Castilla resulta en principio sencilla, porque el material abunda, pero enseguida se descubre que afronta el riesgo de caer en lo obvio y en las repeticiones: de cien muestras que se organicen, noventa y nueve se vertebraran sobre una serie de hitos sin duda insoslayables. Salvo que se cuente –que increíblemente se cuente- con un fondo novedoso.

A través del Instituto castellano y Leonés de la Lengua y la Institución Fernán González de Burgos se expone una selección de su Fondo machadiano, fruto de un legado extraordinariamente generoso.