Los orígenes del español

Hace más de mil años en las tierras de los viejos reinos de León y Castilla comenzaron a quedar reflejadas en los textos las primeras palabras romances. Son documentos en los que se cantan las hazañas de reyes y héroes, se glosan textos religiosos pero, sobre todo, humildes textos en los que se registran actos de la vida cotidiana. En ellos, los amanueses de en torno al año mil escriben en un latín que a duras penas puede ya contener la irrupción del romance que corría de boca en boca, un romance que hoy hablamos cientos de millones de personas.

Esta muestra se articula en cuatro grandes bloques que nos dan una visión de esa evolución de los primeros balbuceos del español a partir de la disgregación del latín. Un primer bloque nos invita a conocer esos documentos primigenios como la Nodicia de kesos redactada en León hacia el 975 o documentos procedentes de Oña y Covarrubias o el famoso tratado de Cabreros. El segundo bloque nos adentra en el mundo de los cartularios o documentos diplomáticos como los Beceros Góticos y Galicanos de Valpuesta, el cartulario de Cardeña o el tumbo Legionense. Espectacular resulta el tercer bloque con los facsímiles de los beatos medievales como el de las Huelgas, Gerona, Emilianense o la monumental Biblia Visigótico Mozárabe de León.

La presencia de Castilla y León en el mundo está vinculada al peso de la lengua castellana. La exposición relata cómo esa relación tiene orígenes dispersos que no se encuentran en un único punto geográfico sino que se extienden desde Valpuesta hasta Sahagún pasando por otros lugares de la geografía castellana. En ese sentido destaca el estudio ‘Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta’, un documento de especial interés para precisar las innovaciones gráfico-fónicas del romance.